† Soul Eater †
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† Soul Eater †
La luna se alzaba en lo alto de aquella gran sábana oscura de diminutas luminosas, como cada noche, sin faltar nunca a su cita nocturna con las estrellas. La aldea celebraba un ameno festival en la plaza central, con una hoguera enorme, donde gente de todas las edades, niños, adultos y viejos, mostraban su alegría ante la llegada del crepúsculo.
En las calles más transitadas, solo quedaban los marginados sociales: enfermos, prostitutas y vagabundos, conviviendo en un ambiente pésimo y decadente. Pero incluso ellos hacían intento de celebrar aquélla noche, juntándose entre ellos alrededor de una pequeña fogata, quemando carbón vegetal y gastando todos sus ahorros en ron del barato.
Desde lo alto de una de las cornisas de una casa cualquiera, Jack divisaba a aquellos no con cara de compasión y alegría, sino con odio y hambre...pues él, era el león de aquél gran festín, y ellos, su carnaza. La noche prometía, y la luna, elegante como de costumbre, invitaba a aquél vampiro endemoniado a calmar su sed de almas.
En la región, su cabeza era recompensada con 20.000 monedas de oro, dadas a mano por el mismísimo embajador de la comarca, que aseguraba poner fin a las continuas matanzas originadas por aquél lunático vampiro. Impregnado por las esporas, a gusto o a disgusto, era considerado un Exiliado, y aunque nunca tuvo necesidad de pisar aquél mundo, altos rangos ordenaron enviar a un miembro que vigilara constantemente los actos cometidos por el vampiro: ese miembro se llamaba Bock, un pequeño murciélago fiel a las peticiones de Draka y su séquito de Exiliados.
Jack no vió conveniente alguno a que un simple murciélago charlatán le acompañara constantemente, y como no tuvo opción a negarse, simplemente aceptó.
El vampiro se dejó caer de la cornisa, cayendo sobre un pobre borracho que ni en pie se sostenía: Jack posó la palma de su mano sobre el rostro del vagabundo, y extrajo su alma de la misma manera que lo hizo aquél nigromante con su padre años atrás. Posteriormente le arrancó brutalmente la cabeza, dejando que la sangre se precipitara por la lengua del vampiro.
El resto de humanos, sorprendidos, huyeron despavoridos. Entre ellos, una prostituta fue alcanzada por Jack, que la agarró del cuello y la levantó del suelo, empotrándola contra un muro. La mujer sacó de su bolsillo una navaja, y le asestó un profundo corte en el cuerpo del vampiro, que sonreía irónicamente al ver como su herida se regeneraba por unas sombras.
Acto seguido, el Asesino de almas (como era conocído en el mundo neutral) la agarró de la mano, y se la partió como si se tratara de un débil palillo: los huesos partieron, los ligamentos cedieron, y un dolor inconfesable se apoderó de la muchacha, que dejó caer su arma. Jack la recogió, lamió la suave tez del cuello de la muchacha, y la rajó violentamente de arriba a bajo. La despedazó vilmente mientras se apoderaba de su alma.
Las víctimas que huyeron y que el alcohol no afectó, lograron convencer a un par de guardias que acudieron lo más rapido posible. Cuando llegaron al lugar del suceso, vieron lo que parecía ser una mujer con el torso abierto, asomando las costillas, y con unos órganos que no estaban, que habían sido usados para escribir en la pared un mensaje que decía: “la muerte llega a todos”.
En las calles más transitadas, solo quedaban los marginados sociales: enfermos, prostitutas y vagabundos, conviviendo en un ambiente pésimo y decadente. Pero incluso ellos hacían intento de celebrar aquélla noche, juntándose entre ellos alrededor de una pequeña fogata, quemando carbón vegetal y gastando todos sus ahorros en ron del barato.
Desde lo alto de una de las cornisas de una casa cualquiera, Jack divisaba a aquellos no con cara de compasión y alegría, sino con odio y hambre...pues él, era el león de aquél gran festín, y ellos, su carnaza. La noche prometía, y la luna, elegante como de costumbre, invitaba a aquél vampiro endemoniado a calmar su sed de almas.
En la región, su cabeza era recompensada con 20.000 monedas de oro, dadas a mano por el mismísimo embajador de la comarca, que aseguraba poner fin a las continuas matanzas originadas por aquél lunático vampiro. Impregnado por las esporas, a gusto o a disgusto, era considerado un Exiliado, y aunque nunca tuvo necesidad de pisar aquél mundo, altos rangos ordenaron enviar a un miembro que vigilara constantemente los actos cometidos por el vampiro: ese miembro se llamaba Bock, un pequeño murciélago fiel a las peticiones de Draka y su séquito de Exiliados.
Jack no vió conveniente alguno a que un simple murciélago charlatán le acompañara constantemente, y como no tuvo opción a negarse, simplemente aceptó.
El vampiro se dejó caer de la cornisa, cayendo sobre un pobre borracho que ni en pie se sostenía: Jack posó la palma de su mano sobre el rostro del vagabundo, y extrajo su alma de la misma manera que lo hizo aquél nigromante con su padre años atrás. Posteriormente le arrancó brutalmente la cabeza, dejando que la sangre se precipitara por la lengua del vampiro.
El resto de humanos, sorprendidos, huyeron despavoridos. Entre ellos, una prostituta fue alcanzada por Jack, que la agarró del cuello y la levantó del suelo, empotrándola contra un muro. La mujer sacó de su bolsillo una navaja, y le asestó un profundo corte en el cuerpo del vampiro, que sonreía irónicamente al ver como su herida se regeneraba por unas sombras.
Acto seguido, el Asesino de almas (como era conocído en el mundo neutral) la agarró de la mano, y se la partió como si se tratara de un débil palillo: los huesos partieron, los ligamentos cedieron, y un dolor inconfesable se apoderó de la muchacha, que dejó caer su arma. Jack la recogió, lamió la suave tez del cuello de la muchacha, y la rajó violentamente de arriba a bajo. La despedazó vilmente mientras se apoderaba de su alma.
Las víctimas que huyeron y que el alcohol no afectó, lograron convencer a un par de guardias que acudieron lo más rapido posible. Cuando llegaron al lugar del suceso, vieron lo que parecía ser una mujer con el torso abierto, asomando las costillas, y con unos órganos que no estaban, que habían sido usados para escribir en la pared un mensaje que decía: “la muerte llega a todos”.
Re: † Soul Eater †
Jack volvió a despertarse bruscamente, con la respiración muy agitada. Se miró las manos, como si quisiera comprobar que aún se mantenía de una sola pieza...soltó levemente el aire que contenía, pues todo parecía en orden. Se levantó del maltrecho colchón en el que dormía y se dirigió al baño a lavarse la cara:
- De nuevo,¿verdad? -le dijo Bock, que dormía boca abajo sobre una lamparilla.- Nuevamente se te mostró esa chica en sueños...
No recibió respuesta alguna. El vampiro parecía maldecirse a sí mismo, al comprobar que del grifo no salía agua. Era un pequeño apartamento que alquiló desde hace varios meses a su propietario, el señor Dokells, un anciano bastante simpático que mas de una vez le permitió a Jack pagar el alquiler mas tarde de lo debido. Aún a sí, ese hecho no quitaba el que vivieran en unas condiciones lamentables:
- Ainnss Jack, Jack...si visitaras a los Exiliados, ellos te prestarían con gusto un dormitorio en condiciones...y no esta...pocilga -comentaba el murciélago mientras intentaba buscar restos de comida entre unas cajas de pizza de hace dos días.
El vampiro siguió hundido en sus pensamientos, sin dar respuesta alguna.
- ¡¡AHHHHHH!! ¡¡Siempre lo mismo!! Pudieron haberme otorgado cualquier otra misión, como, yo que sé, eliminar a un dragón gigante, o jugarme la vida ante un pelotón de
damphirs...pero no, me tuvo que tocar vigilar a un vampiro traga almas desde hace una década entera...¡¡y el tipo ni se molesta en hablarme!! -Bock empezó a maldecir mientras revoloteaba agitadamente por la habitación.
Jack recogió las llaves y abandonó el apartamento:
- ¿¿...?? ¡¡Jack pero esperame!!
- De nuevo,¿verdad? -le dijo Bock, que dormía boca abajo sobre una lamparilla.- Nuevamente se te mostró esa chica en sueños...
No recibió respuesta alguna. El vampiro parecía maldecirse a sí mismo, al comprobar que del grifo no salía agua. Era un pequeño apartamento que alquiló desde hace varios meses a su propietario, el señor Dokells, un anciano bastante simpático que mas de una vez le permitió a Jack pagar el alquiler mas tarde de lo debido. Aún a sí, ese hecho no quitaba el que vivieran en unas condiciones lamentables:
- Ainnss Jack, Jack...si visitaras a los Exiliados, ellos te prestarían con gusto un dormitorio en condiciones...y no esta...pocilga -comentaba el murciélago mientras intentaba buscar restos de comida entre unas cajas de pizza de hace dos días.
El vampiro siguió hundido en sus pensamientos, sin dar respuesta alguna.
- ¡¡AHHHHHH!! ¡¡Siempre lo mismo!! Pudieron haberme otorgado cualquier otra misión, como, yo que sé, eliminar a un dragón gigante, o jugarme la vida ante un pelotón de
damphirs...pero no, me tuvo que tocar vigilar a un vampiro traga almas desde hace una década entera...¡¡y el tipo ni se molesta en hablarme!! -Bock empezó a maldecir mientras revoloteaba agitadamente por la habitación.
Jack recogió las llaves y abandonó el apartamento:
- ¿¿...?? ¡¡Jack pero esperame!!
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